martes, 31 de octubre de 2017

La cola de la vergüenza

La gente pobre o necesitada, llamémosle como queramos, cada mañana en la iglesia de los Capuchinos haciendo cola por un bocadillo y una botella de agua, es la imagen de esa Palma oscura que los políticos mallorquines no quieren ver. Pero yo, y miles de personas cada mañana, sí la vemos, cuando vamos hacer la compra al mercado. Eso sí es lamentable que todo el que pase por la iglesia vea esa cola, la vergüenza de los mallorquines. De eso se tendría que preocupar la señora Armengol, socialista para más señas, y no empreñar tanto con el catalán y el independentismo. Los políticos de esta isla, primero y ante todo, están obligados a solucionar nuestros problemas, que no son pocos, antes de preocuparse por el independentismo catalán, que no nos va a pagar la factura de la luz ni del gas ni ayudará a gente a llegar a final de mes o a pagar el alquiler. Seamos sensatos, el catalán está muy bien, el independentismo también, y España va bien, como diría Aznar. Pero empecemos a arreglar nuestros problemas antes de apoyar los problemas de otros. 

Otra fantasmada política

Actualmente la profesión de político (funcionario) es la mejor profesión a la que uno puede dedicarse. No hace falta saber hacer nada. Sólo reunirse en una sala con otros políticos y decidir cosas increíbles como cambiar el nombre de Palma Arena, tirar o no tirar Sa Faxina, o cambiar el nombre a la Plaza España. Cualquier cosa que no tenga nada qué ver con los verdaderos problemas que hay en la isla. Y yo creo que al no hacer nada se aburren. Ahora le ha tocado a Palma Arena. Hay que cambiarle el nombre. Primero roban un montón construyéndola, y ahora quieren cambiarle el nombre. Alguien tendría que preguntarles el por qué.