jueves, 26 de mayo de 2022

Llorenç Garrit, un artista que pinta olivos y rocas con la mente.

La primera impresión que me causo la obra de Llorenç Garrit fue movimiento y creatividad. Su obra se mueve, te sugiere cosas, te enseña el mundo del pintor. Luego, me dijo Llorenç que componía música, que incluso había tenido un grupo. Entonces entendí aquel movimiento que veía en su obra, aquel colorido que se difumina, se mueve y está presente, como está presente su amor hacia el pop art y el cómic. Sus olivos y sus rocas, para mí su gran descubrimiento (muy difícil hoy en día descubrir algo), su gran pintura, son distintos a todos los que he visto hasta ahora. Trazados con líneas negras, finas y gruesas, estructurados con mucho sentido de la estética ilustrativa, inclinados con el viento, son como veletas que van hacia arriba buscando la originalidad. A veces, Llorenç, acompaña con colores vivos a esos olivos y rocas consiguiendo un toque más de luz y vida. Podría escribir una tesis sobre la obra de Llorenç, es fácil cuando estás delante de la obra de un artista, pero hay un matiz que sí que quiero recalcar porque lo veo en su pintura. Lo metafísico, por decirlo de alguna manera. Lo que no se ve a simple vista pero que está ahí. Sus rocas, sus olivos no solo son olivos y rocas, son más que eso. Yo creo que es una forma de pensar, igual que poner la típica tela mallorquina sustituyendo el mar. Esto no se hace sin pensar, no lo hace cualquiera, se tiene que ser de una forma especial, se tiene que tener un concepto de la vida muy abierto, diferente a los demás. Y yo creo que Llorenç tiene ese concepto. La prueba esta en lo que pinta, que va más allá de nuestra vista. Éste es el auténtico talento de Llorenç, el pintar más allá de lo que vemos en su obra. Y para mí, lo más importante quizá, es que yo colgaría un cuadro suyo en mi casa, en mi salón, para disfrutar de él cada día de mi vida. Parece una tontería lo que acabo de decir, pero es muy importante. Solo basta hacerse una pregunta: ¿cuántos cuadros colgaríamos en nuestro salón de los que se pintan actualmente?  Pocos, ¿verdad? El de Llorenç Garrit… si, y eso es todo un triunfo.