miércoles, 10 de agosto de 2022

Hoy te regalo el veneno que me diste aquella noche de septiembre, escribe Carlos Penas.

No se puede empezar mejor un libro de poesía que con esta frase. Hay poemas que quedan y otro que pasan como la brisa de verano para no volver más. Los del poeta Penas quedan. ¿Por qué? Porque Penas ha creado un mundo con sus poemas y sus pensamientos atípicos e inconformistas, pero llenos de un amor escondido, que él tiene a muy buen recaudo y que muestra poco a poco. Su realismo descarnado no tiene límites en mostrar el alma humana consiguiendo que el lector se emocione; cosa muy difícil en esta época de anodinos que nos ha tocado vivir. Carlos Penas es un hombre de su tiempo, comprometido y violento defendiendo sus ideas progresistas y liberales. Podríamos decir que es un rebelde con causa que va por la vida pintando su interior en telas o papeles y escribiendo poemas desgarradores y profundos, y aparentemente superficiales a veces. Dentro de este contexto sociológico fundamental tan bien documentado en sus propias experiencias, que no son pocas y si variadas, Penas tiene un sabor amargo de desengaño que se contempla en sus poemas. Pero es normal en los auténticos poetas. No hay poeta del todo feliz, leí en algún sitio. Y yo lo creo, porque el poeta es como el confesor de las tristezas humanas, que aparte de confesar, como hacen los curas, convierte las penas y alegrías en poesía. Penas es un escuchador de historias, una especie de receptor al que no se le escapa nada y que tiene el suficiente talento en convertirlo todo en pinturas y en versos. Él reflexiona sobre la complejidad de las relaciones y sobre lo difícil que es el amor simple y sencillo y tan difícil de encontrar. Pero él sigue escribiendo poemas posibles e imposibles, de lo que le rodea y de lo que le atormenta. Porque Penas es un poeta atormentado e incomprendido por él mismo. Los demás le dan igual. Sí, sabe que están ahí, pero no le preocupan demasiado. Y eso se ve en su poesía: lo importante es crear, no para quién. Carlos Penas es un poeta difícil de catalogar, y la única razón que se me ocurre, es porque es incatologable.