Yo me encontré 3 veces con Jimmy. La primera en una especie de oficina en el Paseo Marítimo de Palma, la segunda en el Bar Cristal, y la tercera en un especie de canal de televisión que había montado en el puerto de Andratx. En aquel tiempo yo era conocido en la isla por mis pelis y obras de teatro y él quería hacerme una entrevista a mí y a Beatriz Barón, mi mujer. No tuve inconveniente porque me había leído el libro Mi vida entre los Franco y me había encantado, como buen antifranquista que soy. También leía Carne Cruda, una columna o una colaboración, no me acuerdo, en la Última Hora de Palma. Las dos primeras veces nos vimos para hablar de la entrevista pero en realidad fue de lo que menos hablamos. Era una persona bastante culta e inteligente y ponía a parir a los mallorquines como lo hizo años atrás George Sand. Pero por una serie de circunstancia que no vienen a cuento, vivía en la isla. En definitiva, me fui a Andratx con Beatriz y la verdad fue toda una aventura. En primer lugar él no estaba y nos atendió una simpática chica que nos dijo que no sabía cuando aparecería Jimmy. Nos invitó a tomar un refresco en un bar cerca. En ese bar estuvimos 1 larga hora hasta que apareció quejándose de no sé qué y pidiéndonos disculpas. Como ya eran las 2 nos invitó a almorzar un arroz de bogabante en el mismo puerto. A la comida se añadieron 2 bonitas chicas de unos 30 años que no hablaron mucho. En la comida se habló sobre todo de la política, de la prensa del corazón, y de los taraos que había en España. Luego fuimos a a una terraza de un chalet para la entrevista. Parecía que todo iba bien cuando un señor de unos 40 años dijo que tenían un problema técnico. Estuvimos 1 hora más esperando en aquella terraza viendo a Jimmy ir de un sitio a otro. Un joven nos hizo una serie de fotografías con él. A las 5 parecía que todo estaba arreglado y se hizo la entrevista donde pude poner a parir al que se lo merecía (en aquel tiempo yo era así de déspota). A él le encantó la entrevista y ahí se acabó la historia. No sé si la entrevista se pasó o no, pero nunca más volví a ver a Jimmy en persona. Meses después le dejé en su oficina el texto de mi obra Los comediantes de la vida para que me diera su opinión. Me importaba tener la opinión de un tipo al que consideraba inteligente y diferente a los demás. Le gustó mucho y me dijo que lo que tenía que hacer era irme volando a Madrid y olvidarme de Mallorca. Nunca más supe de él. Yo creo que Jimmy era un tío cojonudo, lo que su forma de ser tan histriónica le impedía llegar a los demás. Hasta que no te sentabas con él pensabas que era un gilipollas, pero en cuanto lo hacías te dabas cuenta enseguida de que era un hombre que valía la pena.