miércoles, 30 de junio de 2021

La loca de José Luis Moreno.


José Luis Moreno siempre me ha parecido la imagen del franquismo y de la derecha de este país. Yo no puedo decir que conozco mucho a Moreno ni que me debe dinero, pero sí puedo decir que he pasado una tarde de domingo con él. Fue en la casa del cantante Juan Pardo, en un estudio de grabación que tenía en el jardín de su casa ubicada en una zona de lujo, con todo tipo de instrumentos e insonorizado. ¿El motivo? Hacer una prueba para elegir quién de 3 actores iba a hacer de Jesucristo colgado en la cruz en la obra Madrid, pecado mortal. Un musical con texto de Antonio D. Olano, música de Juan Pardo y dirección de Antonio de Cabo, descubridor de Nuria Sbert. Se iba a estrenar en el teatro Muñóz Seca y fue un éxito impresionante, de esos que gustan a la derecha de este país. No recuerdo las temporadas que estuvo. Pues bien. Se nos citó a los 3 actores el domingo por la tarde en casa de Juan Pardo. Los asistentes éramos el cantante, Olano, Antonio el director, y José Luis Moreno tocando el órgano. Yo había dejado a Beatriz, mi chica, esperando en la pensión Monte Verde en la Gran Vía. Y ahí estábamos los 3 desgraciados actores aspirantes a salir de la miseria y tocar el cielo. Nos habían elegido de 200 aspirantes una semana antes. Huelga a decir lo contentos que estábamos. Pero pronto se nos fue la alegría por el cariz que tomaron las cosas. Aquello más que una prueba era una encerrona de maricones en toda regla. Empezamos a hablar y beber y a poner a parir a la izquierda, sobre todo  José Luis, que se le llenaba la boca hablando de Franco. Sobre las 8 hicimos unas pruebas de voz y Pardo dijo que yo podía hacer el papel de Jesucristo. Aquello para mí fue la leche. Hacía pocos meses que estaba viviendo en Madrid y ya iba a ser uno de los protagonistas de una obra que se auguraba un triunfo. Había que celebrarlo y seguimos bebiendo. En un momento dado Juan Pardo, que se había comportado siempre con corrección, se fue dejándonos solos a los 3 actores con José Luis, Olano y Antonio, el director. Entonces la cosa subió de tono. José Luis se volvió una loca tocando el órgano, Olano estaba pletórico y Antonio de Cabo no dejaba de tirarme los tejos. Antonio era un tío alto y atractivo, todo lo contrario que José Luis y Olano que eran babosos. Llegó un momento en que José Luis empezó a meter mano a uno de mis compañeros y yo le dije a Antonio que me quería marchar. Se ofreció a acompañarme con su flamante Mercedes. José Luis y Olano se quedaron en el estudio con mis 2 compañeros. Cuando salimos del estudio ya eran las 10 de la noche y Antonio siguió intentando llevarme al huerto, como se suele decir. Al final consintió dejarme en Gran Vía muy decepcionado. Al miércoles siguiente empezaban los ensayos en el Pasapoga y no me llamaron. El jueves me acerqué a la sala de fiestas y el ayudante de dirección me dijo que había habido cambios y que yo no estaba en el reparto. Antes de irme vi ensayar a los 2 actores que habían estado conmigo. Volví a la pensión completamente hundido y con ganas de mandarlo todo a la mierda. No dejaba de pensar que si me hubiera dejado dar por culo habría entrado en el teatro por la puerta grande, en cambio estaba con Bea en una pensión de mala muerte. Fue Bea que me animó a seguir intentándolo. Una semana más tarde Pedro Masó me dio uno de los papeles importantes en La Coquito. Eso ocurría en Madrid en la primavera de 1977.