lunes, 3 de diciembre de 2018

Hacer teatro en Mallorca es un cachondeo

Estrené mi primera obra de teatro en el año 1975 en la Sala Mozart del Auditórium y en aquel entonces hacer teatro en la isla era fácil porque solo tenías en contra al Sindicato Vertical que dirigía Serafín Guiscafré, pero con todo y eso era fácil. De hecho yo estrené una función en el Teatre Principal en 1993 sin problema ni papeleo alguno, a pesar que gobernaba la derecha y yo soy de izquierdas. Con una semana de lleno total (lleno no es solo el patio de butacas sino todo el teatro) donde se reunió todo tipo de gente de todos los colores y opiniones. Pero ahora, de repente, ha llegado la libertad con MES y PODEMOS y la Cultura Balear se ha hundido más de lo que está. Y no deja de ser gracioso que eso ocurra cuando tendría que ser al revés. Pues no, ahora para hacer teatro en la isla (y no lo digo por mí porque nadie me pone pegas) resulta complicadísimo. Y no solo eso, sino que encima una señora de PODEMOS representa en el Teatre Municipal una función cobrando la entrada 15 euros sin haber tenido el mínimo problema con el ayuntamiento de Palma (el club de los tontos dirigidos por el señor Noguera), que además de darle todas las facilidades, no le ha cobrado nada, cuando a las demás compañías les pide de todo y más. Entonces yo me hago un lío. Resulta que cuando tú vas a pedir una subvención para lo que sea de cultura te piden la intemerata, pero cuando una señora de PODEMOS hace su obrita para los amigos, no hay problema. Y para colmo gana más de 8.000 euros. ¿Cómo se come esto? ¿No son los de derechas los que tienen que joder a la cultura y poner las máximas trabas posibles para que esta no se desarrolle? Al menos es lo que yo creía. Pero ahora resulta que es la izquierda, los míos, que son la casta, como diría su máximo representante Pablo Iglesias. Estamos bien arreglados con la izquierda de estas islas. Una señora que está obsesionada con que todos hablemos catalán siendo ella mallorquina, otra señora que monta una obra de teatro en un espacio municipal solo con pedirlo y sin pagar nada  y encima gana dinero, un alcalde obsesionado que quiere cambiar el nombre a la Plaza España, una escuela de teatro que más que escuela es un bunker catalanista donde el castellano está prohibido, y un partido verde que navega a toda vela sin rumbo fijo… ¿Qué será lo próximo? ¿Qué haya un golpe de estado en el ayuntamiento de Palma? Bueno, esto no sé si iría bien porque los cogería a todos merendando. Lo del teatro en Palma siempre ha sido un cachondeo, como me dijo un día Xesc Forteza cuando llenaba la Sala Rialto y todos los intelectuales y críticos de la isla lo ponían a parir. Y tenía razón, por eso nunca destacaremos fuera de la isla donde se toman el teatro en serio.