viernes, 26 de julio de 2024

PREMIO NACIONAL DE TAUROMAQUIA 2

Desde que se inventó Facebook, que ya ni lo recuerdo, nunca me habían censurado ninguno de los escritos que cuelgo, y ahora me acaban de censurar uno normalísimo en el que hablo del Premio Nacional de tauromaquia. Un artículo en el que no me meto con nadie en especial (lo hubiera podido hacer, yo no tengo problema), simplemente digo que estoy a favor de que quitaran este lamentable premio que es un símbolo del franquismo, nada más. (Es muchísimo peor el Media Mark y Facebook lo permitió.) Y esto, por lo visto le ha molestado a alguien, vete tú a saber si es una máquina con inteligencia artificial que es amante de los toros. Cuando me paseo por Facebook veo a muchos fachas, en incluso nazis, que tienen su página y sueltan su basura. También veo indeseables que escriben cosas que no son muy edificantes, e incluso tías que ofrecen sus servicios, etcétera, etcétera. Y después de está basura que se pasea por Facebook me censuran a mí un texto en el que me manifiesto en contra de un premio a la tauromaquia, manda cojones. ¿Cómo se come esto después de tantos años en Facebook?  Bueno, seguramente también me censurarán este texto. Por cierto, he protestado y me han dicho que en tres días me dirán cosas. Estoy impaciente por saber qué cosas.

jueves, 25 de julio de 2024

ADIÓS MUÑECA de Raymond Chandler

Toda mi vida he escrito en las solapas de los libros lo que me sucede cuando leo un libro. Podría escribir mi vida a través de los libros que he leído. El de Chandler lo empecé a leer el 5 de febrero de 1972 mientras hacía la mili.

Raymond Chandler fue todo un descubrimiento para mí. Me impacto por su forma sencilla y a la vez complicada de escribir. Tenía veinte años y hacía la mili. Pero ya no estaba en Bomberos, el sargento, marido de la amiga de mi madre, consiguió sacarme a los cinco meses y meterme de ordenanza en la casa del capitán Lúcio, que vivía con su mujer y sus dos niñas en un edificio militar ubicado al final de la avenida, justo cuando empezaba el mar. Huelga decir lo contento que me puse cuando salí de Bomberos. Vi el cielo abierto. De ordenanza no harás nada, es un chollo y además no haces guardias, me dijeron mis compañeros. No se equivocaron en una cosa: mientras fui ordenanza no hice guardias, pero que era un chollo, se equivocaron de lleno. Mi trabajo consistía en llegar a las ocho de la mañana con cuatro ensaimadas, que previamente había comprado en la panadería, para que la mujer y las niñas del capitán desayunaran. La señora, que se llamaba Aurora y era de Cáceres, nunca me dijo si quería desayunar con ellas. A veces se dignaba preguntarme si quería un café. No, señora, le decía yo. Era una mujer de cuarenta años y estaba bastante buena. Delgada pero de curvas marcadas, pelo castaño y liso que le rozaba los hombros. Era elegante vistiendo, y tenía una mirada fría y distante. Me recordaba a la cantante inglesa Sandie Swaw, que me gustaba tanto. Por las mañanas ya iba arreglada, como si se fuera a ir a la calle. Con veinte años y aquella mujer delante de mí yendo y viniendo, aunque prácticamente sin mirarme a los ojos, era terrible. Pero toda historia tiene un lado negro (o casi todas), y la guapa señora era una mandona de cojones. Una tocapelotas en toda regla. Yo vengo de una familia de clase un poco alta y a mis veinte años no había fregado un plato ni un vaso, y menos pasar la aspiradora o limpiar un cristal. En mi casa siempre tuvimos una chica para limpiar una vez a la semana. O sea que no había hecho nada. Por eso, cuando el bellezón cacereño me dijo: “Empiece pasando la aspiradora por las alfombras.” me quedé de piedra. No sé cuánto tiempo tarde en reaccionar. “¿Le pasa algo?” Dije que no y cogí la aspiradora y aspiré como pude. Menos mal que ella se fue a la cocina para volver al cabo de unos diez minutos con un plumero y un trapo. “Si ya ha acabado quite todo el polvo del salón. Utilice este plumero y este trapo. Por favor, que no quede ni una mota que me pone histérica. Y vaya con cuidado con las figuritas y los cuadros.” Estaba a punto de llorar, eso no podía estar pasándome a mí: un tío duro en toda regla. No sabía ni utilizar el plumero y no sabía qué coño era una mota. La próxima vez que apareció lo hizo con una cesta. “Si ha terminado vaya al economato y me compra todo lo que hay en esta lista.” Me fui al economato a comprar como una ama de casa hundido en la más absoluta miseria y pensando en lo que me esperaba. Cuando volví ya eran la una y media y me dijo que había terminado y me podía ir. Por mucho que analizara lo que me había pasado aquella mañana no daba crédito. Incluso pensé en desertar y que le dieran por culo al servicio militar, pero no lo hice y volví al día siguiente para limpiar todos los cristales de la casa. Me llevó toda la mañana. “Usted no ha limpiado muchos cristales en su vida, ¿verdad?”, me dijo la muy puta con cierta sorna. Al día siguiente me tocó el baño. Y al otro los cuartos. Y al otro volver a empezar con el puto polvo y sus motas correspondientes. Así pasé casi cinco meses. En ese tiempo me leí todas las novelas de Raymond Chandler, y en mis sueños era Marlowe metido en la cama con la mujer del capitán. “No me dejes está noche, cariño”, me decía suplicante, Yo la miraba con desde desde la puerta del cuarto y, en el tono más duro posible, le decía: “Adiós, muñeca”, y me largaba.


LA FELICIDAD


En la foto con mi hijo Martín.

Según como se mire y hacia donde mire uno la vida es una putada. Nunca estamos preparados
para afrontar lo que vivimos, y eso es una putada porque no aprecias ni la gente ni el momento. Pero así es la vida y no hay nada qué hacer. Esperemos que haya otra en el más allá donde podamos arreglar los estropicios que hicimos en esta. La vida tendría que ser como una obra de teatro: primero los meses de ensayo y luego las representaciones perfectas y los aplausos, pero desgraciadamente no es así. La imperfección está en el ser humano y ojalá exista el cielo para poder pedir perdón a la gente que hicimos daño o que no comprendimos.

miércoles, 10 de julio de 2024

LA MENTIRA DEL 21% DE DESCUENTO EN MEDIA MARKT

Son las 22,49 horas del 8 de julio y me acabo de sentar delante del ordenar, y en este preciso momento oigo a mis espaldas la publicidad de Media Markt de que hoy, 8 de julio, todos los electrodomésticos tienen el 21% de descuento. Ha llegado un momento que nos mienten por todos lados y nosotros tragamos y nos creemos muy listos. 
Son la 20,00 horas del 8 de julio y estoy enfrente de Media Markt porque pretendo que me hagan el 21% de descuento en un aire acondicionado, que no compré ayer porque me dejé la Visa. Pues bien, llego hoy y le enseño al dependiente el presupuesto que me dieron ayer y le digo que me haga el 21% de descuento en el aire. El joven se queda serie de repente y me dice que el aire acondicionado que ayer elegí yo ha subido un 20%. 
-¿De hoy a mañana ha subido un 20%? -le pregunto yo extrañado.
-Si -dice el chico sin mirarme.
-O sea que me sale al mismo precio que ayer -digo sin podérmelo creer-. ¿Me vas a hacer creer que este aire acondicionado que ayer valía un precio sube hoy un 20%, precisamente el día que Media Markt hace un descuento del 21%? ¿Me tomas el pelo?
-Voy a buscar el encargado -dice huyendo entre los ventiladores.
Al cabo de cinco minutos vuelve acompañado por un señor de unos cuarenta años que muy amablemente me dice:
-¿En qué puedo ayudarle?
-Ayer vine y una empleada me hizo este presupuesto, pero como me había olvidado de mi Visa le dije que me lo pensaría. Y hoy, como he visto la oferta de Media Markt del 21% he decidido comprar el aire acondicionado, y resulta que de repente ha subido un 20%, ¿no le parece extraño? 
Sin saber qué decir, el encargado me dice que es así.
-O sea que es así -le digo sin podérmelo creer-. ¿Creéis que los clientes somos tontos? ¿Creéis que nos podéis tomar el pelo de esta manera? ¿Qué pasa, que habéis subido todos los aires acondicionados el 20% para luego poder rebajar un 21%?
Me enfado, empiezo a decir cosas de las que luego me arrepentiré, pero el encargado sigue aguantando el tipo. Le pido su nombre y me dice que se llama Carlos. Le pido el apellido y me dice que no me lo da. (¿Por qué no me lo da? ¿Tiene miedo a que le acusen de que toma el pelo al cliente? ¿tiene miedo a que le echen? ¿Se averguenza de lo que está haciendo? 
    Al final, cansado, le pido una hoja de reclamaciones, la primera que pido en mi vida. 
-Acompáñe -me dice echando a caminar hacia las cajas sin esperar a que yo le siga..
En las cajas me da una hoja y me dice sin mirarme a la cara:
-Aquí la tiene -dice y se va dejándome en las cajas con la hoja. 
Sin más.
No puede ser tan descarado pienso empezando a rellenar la hoja. Hay cosas que no entiendo y se lo pregunto a un cajero.
-No estoy para estas cosas, señor -me dice con dos cojones.
De nuevo monto el número hasta que una amable empleada me explica la duda que tengo con la reclamación.
-¿Y esto dónde se lleva? 
-A Consumo, señor -me dice sonriendo.
-¿Y dónde está consumo?
-No lo sé, señor.
-Gracias.
Esta historia es real. Las empresas grandes juegan con nosotros descaradamente. ¿Pronto van a perder ellos el 21% del iva! No se lo creen ni ellos. Deben de subir todos los electrodomésticos para luego rebajarlos al primer tonto que llegue. Estoy indignado.
Mañana por la mañana iré a Consumo, que me han dicho que está en el Mercado del Olivar, y no pasará nada. Media Markt, como otras muchas empresas, seguirá engañando impunemente porque así es el Capitalismo. Nadie los controla, excepto ellos. 

domingo, 7 de julio de 2024

La Misericordia de Palma, ¿un edifico encantado?

Acabo de leer un reportaje sobre La Misericordia de Palma de Mallorca, un edificio que siempre me ha encantado. Imponente al mismo tiempo que tétrico y misterioso. Mi madre me contaba que allí dejaban a los niños que los padres no querían y a los ancianos para morirse, que no tenían a nadie. Muchos años después yo rodé unas secuencias de mi película Una función para olvidar. El responsable político de La Misericordia de aquel momento me dio permiso para hacerlo. Rodamos tres días en una de las salas del segundo piso sin problema alguno. La cuestión es que el técnico de sonido directo que había venido de Madrid y era admirador de Iker Jiménez, al final del primer día, cuando paramos para comer, me dijo si lo podía acompañar al piso de arriba. Le acompañé y me enseñó un montón de salas abandonas y sucias. Incluso con literas de metal desvencijadas por el tiempo. Por lo visto el técnico ya se había enterado de todo o casi todo de lo que había pasado en aquel edificio muchos años atrás. “¿Puedo dejar la grabadora esta noche aquí arriba?” me preguntó. Le dije que si. Yo no creo en nada de lo que no vea, esa es mi política, y me daba igual que dejara la grabadora allí toda la noche. Al día siguiente empezamos a rodar con normalidad y cuando paramos para comer el técnico volvió a llevarme aparte y me dijo: “¿Quieres oír la cinta?” Le dije que me daba igual, pero que si se empeñaba. Nos fuimos aparte mientras actores y equipo se tomaban los cafés, y me puso la cinta. Lo que voy a contar es auténtico y lo dice una persona bastante incrédula con lo paranormal. En la cinta se oían como pasos y unos gritos lejanos. Auténtico. No miento. Escuche cuatro o cinco veces esos sonidos. No podía creérmelo. Y ahí se quedó la historia. Supongo que el técnico de sonido aún tendrá la grabación. ¿Qué era aquello que se oía? Lo que estaba claro es que la grabación no estaba manipulada. Por la noche oyeron la grabación todos los del equipo en el hotel. Fliparon como yo. ¿Verdad o mentira? No lo sé. Lo cierto es que aquel edificio lo dirigían curas y monjas, y con esa combinación puede pasar de todo. Lo inimaginable.