Nunca me he alegrado por la
muerte de una persona, pero no hay cosa que me joda más que la hipocresía de
los políticos. Es inmensa y no tiene freno. Alberto Fabra, alcalde de Valencia,
dice que todos los españoles tenemos que hacer una reflexión sobre la muerte de
Rita Barberá. Y yo me preguntó: ¿qué reflexión tengo qué hacer yo, o mi
hermana, o mi mujer, o Paco el del bar de enfrente con el fallecimiento de esta
mujer que me caía fatal? ¿Qué pasa, que ahora que esta señora que se ha ido al
otro barrio tengo que decir que me caía de puta madre? Pues no. ¿Hubiera hecho
una reflexión la señora Barberá cuando murió mi amigo Juan? No, ¿verdad?
Entonces ¿por qué todos los españoles tenemos que hacer una reflexión con la
marcha de esta señora, que por cierto estaba acusada de corrupción, y que era
alcaldesa de la comunidad de España con más imputados? ¿Qué alguien me diga una
razón? Pero lo más gracioso es que ahora todos los partidos políticos (menos
los de Podemos) hablarán de esta señora de puta madre. Sobre todo los del PP. O
como dice el iluminado de Inda, que ahora es la persona y hay que olvidar todo
lo demás. Ahora entiendo porqué los de derechas y los fachas olvidan siempre
que Franco fue un dictador. Me ha costado pero por fin lo he entendido. O sea,
que una persona por mala que sea en su vida (y no hablo de Rita Barberá), hay
que recordarla sólo como persona simpática y agradable, no por lo que hizo
durante su vida. Acabáramos. Es que los artistas somos tontos. Que en paz
descanse la señora Barberá.
Pintura de Martín Garrido.