Una vez más queda en
evidencia la ineptitud de la policía sea cual sea su cuerpo, porque no hay que
olvidar que son humanos, personas normales y corrientes como puede ser un
barrendero, un médico o un político, con la única diferencia que ellos pueden
llevar pistola y disparar. O sea, que se pueden equivocar y que pueden ser
tontos. Un ejemplo es el caso de Diana Quer, que si el asesino no hubiera
querido secuestrar a otra chica estaría tranquilamente en la calle, como la
mayoría de los corruptos de este país. El Chicle ya fue interrogado en su
momento y muchas pruebas lo señalaban como asesino de Diana, pero la policía no
supo terminar su trabajo y por lo tanto el asesino no estaba entre rejas. Las
estadísticas son contundentes: el setenta por ciento de los crímenes que se
resuelven son por pura casualidad, como el de El Chicle, que quiso secuestrar a
otra víctima y tuvo la mala suerte que dos jóvenes se lo impidieron y
posteriormente lo denunciaron. Si la casualidad no hubiera jugado de nuevo, El
Chicle estaría libre.