Os deseo a todos una
maravillosa Navidad y un próspero Año Nuevo 2017 lleno de salud y trabajo bien
pagado. De verdad, os lo deseo de corazón aunque muchos de vosotros/as no lo
merezcáis. Porque yo no soy uno de esos que cuando llega la Navidad se
convierte en cordero y felicita a todo el mundo, incluso a sus peores enemigos.
No, esa no soy yo. Perdón: ese no soy yo. La Navidad siempre me ha gustado,
aunque actualmente no es la misma que hace cuarenta años, ahora existe Facebook
y todos los días bebemos y comemos lo que nos da la gana, no hace falta esperar
a estas fechas. Antes las cosas se compraban en pequeños comercios, ahora se
compran en franquicias, esa es la diferencia. Todo se ha globalizado de una
manera asquerosa que ya nos está perjudicando el coco. Estamos enfermando
mentalmente sin darnos cuenta. Pero pasemos página y volvamos a la maravillosa
Navidad por la que obligatoriamente todos debemos ser felices, incluso los
desahuciados o los que no tienen para comer. Incluso los que están en
hospitales luchando contra enfermedades jodidas. ¿Y qué me dicen de pasar la
Nochebuena en un comedor social con gente maravillosa? Eso sí es celebrar la
Navidad con gente que te quiere y te admira aunque no tenga ni idea de quién
coño eres. Señoras y señores seamos felices y comamos marisco y bebamos champán
francés, como decían antes. Tiremos la casa por la ventana y cambiemos el chip
creyéndonos que todo es bonito y que el año que viene se arreglarán las cosas
con Rajoy, los Reyes (no los Reyes Magos) y Podemos. Creamos que ya no hay
guerras en el mundo, que se han acabado las corridas de toros y que no va a
volver a ser obligatorio el servicio militar. Hay que ser optimista, España va
bien, las franquicias están llenas de gente, las grandes superficies están
petadas de gente, el consumo está a tope. Hay tanto dinero que incluso el PP
subvenciona cada año a la Fundación Franco. Hemos creado con mucho esfuerzo
unas navidades fantásticas donde en agosto ya se vende el décimo de Navidad.
¿Qué más queremos? Y aún falta el sorteo de Navidad. Esto ya es la leche de
felicidad. Seguro que os tocará algo a todos, aunque no hayas comprado un
décimo, es igual. ¿Y qué me decis de las cenas navideña con los familiares a
los que tanto odiamos? De verdad, os deseo una felices fiestas y un próspero
año lleno de salud y amor, aunque sea pagando. Feliz Navidad.