jueves, 2 de abril de 2020

PÉRDIDAS EMPRESARIALES

Es un hecho que los hoteleros de Mallorca han ganado cientos de millones durante décadas con el turismo. Y si no que se lo pregunten al señor Ríus, que ha comprado nada más y nada menos que el edificio Plaza de Madrid. No me imagino los miles de millones que le habrá costado y luego restaurarlo. Millones ganados con la hostelería en Mallorca y en otros lugares del mundo. Pero ahora, de repente, viene el coronavirus y lo cambia todo. De repente los hoteles no se podrán abrir hasta nueva orden y eso acarreará pérdidas o menos ganancias, según como se mire. Creo que en estos momentos tan delicados por los que la humanidad nunca había pasado, debería hacer recapacitar un poco a los empresarios en general. Los de siempre, los que siempre ganan. Me refiero a empresarios grandes. La derecha, la ultraderecha y los descerebrados de turno, no dejan de hablar de las pérdidas que están teniendo los empresarios españoles. A todos les gustaría que el presidente fuera Rajoy para indemnizar a los empresarios y a los bancos para que nadie de sus amigos perdiera, como hizo en el pasado. Y al pueblo que le den. El señor Sánchez tendría que olvidarse del pueblo que se ha muerto, que se muere y que se morirá, para indemnizar a los empresarios de este país que lo están pasando fatal sin ganar los millones que cada año ganan. En estos momentos creo que los millonarios deberían ser los primeros en dar ejemplo al pueblo, al mundo, y aunque no den nada de los miles de millones que ha ganan normalmente, al menos tendrían que sonreír y callar por vergüenza, y buscar una solución viable en la que no pierda el pueblo. Algo que nos beneficie a todos, Vamos a cambiar el chip y que el virus permita que por una vez los desfavorecidos no pierdan tanto como siempre.

POSDATA:
Que me perdonen mis muchos amigos hoteleros a los que aprecio y quiero lo mejor.

RESISTIREMOS

Esta tarde, mirando un precioso video de una serie de artistas interpretando Resistiré de los inmortales Dúo Dinámico, he pensado que debería aportar mi grano de arena a esta causa. ¿Y cómo puedo hacerlo? Escribiendo. Ante todo, que vaya por delante lo poco que creo en la mayoría del ser humano (cada día tengo más pruebas de ello), pero de repente ha entrado en nuestras vidas el COVID-19 y todo ha cambiado. En los ricos ha cambiado poco, pero en la gente normal y corriente, sí ha cambiado. Pero lo que más me ha sorprendido ha sido la reacción de esa gente, esa gente en la que nadie se fija, esa que te cruzas con ella por la calle, o espera enfrente de ti en un semáforo para cruzar, o ese empleado que te pone gasolina, o la dependienta de Mercadota, o el vecino que no te miraba a la cara. Sin olvidar las enfermeras que te parecen todas iguales, o el médico de turno que no es simpático, o la gente encerrada en su casa, en pisos de cuarenta metros, en habitaciones. Pues toda esa gente me ha dado una lección de humanidad, y me ha demostrado que en este cruel e injusto mundo hay más gente buena de la que yo creía. Esa gente buena unida, como lo está ahora, me ha demostrado que es capaz de sobrevivir a cualquier cosa. Me ha demostrado, que sin ser ricos ni poder dar millones a Sanidad, ellos también aportan su grano de arena. Quizá el más importante de todos: la solidaridad, las ganas de luchar y vivir. Y a lo mejor es porque no les importa que el que esté enfermo sea marqués o político, gitano o negro, contable o ingeniero, o que el que esté escuchando en su balcón como cantas Resistiré está sentado en una silla de ruedas o en una residencia. Estamos dando una lección al mundo de solidaridad al salir a los balcones y ventanas a aplaudir. Es más importante de lo que creemos. Porque aplaudir todas las noches a las 8 de la noche por la gente que se juegan la vida por nosotros no es una tontería. Los aplausos se oyen en el mundo entero. Muchos dirán que solo son aplausos, que no es dinero que dan, pero esos aplausos valen millones de euros de ilusión y lucha. Y cada médico, cada enfermera, cada policía, y cada trabajador/a que cada día sale a ayudar a los demás, que no se olvide nunca que un país entero sale a las 8 de la noche a aplaudirles. Nunca jamás, ningún artista tuvo tantos aplausos. A partir de ahora pensaré que aún no está todo perdido gracias a esa gente buena que no sabía que existía. Gracias por haberme abierto los ojos y volver a creer en la bondad del ser humano.