jueves, 20 de julio de 2017

CARTA ABIERTA AL SEÑOR NOGUERA ALCALDE DE PALMA

Sr. Noguera.

Con todo mi cariño, señor alcalde. Por mucha bandera que esgrima y hable un catalán perfecto, nadie lo ha elegido para ser el alcalde del ayuntamiento de Palma; esta en el sillón por un Pacte. Así de triste es. O sea, que no se haga ilusiones porque el puesto no es permanente. Muchos tontos lo ocuparán después de usted.
          Por mí parte, un liberal convencido tirando a la izquierda, me da igual lo que usted haga o deje de hacer porque la verdad es que no le tengo confianza, no creo que haga muchas cosas buenas por la ciudad (ciutat, para que lo entienda mejor). Porque un tipo que no se ha sentado en el sillón de alcalde y dice que va a cambiar el nombre de la plaza España por la plaça Espardenya, algún problema tiene. Al menos da un poco de desconfianza.
Si estuviéramos en otra ciudad de provincias como esta, quizá lo hubieran desterrado, no lo sé, pero aquí, la isla de las maravillas, podrá vestir a los municipales de rosa con lacitos en la cabeza y no pasará nada.
          Así somos los mallorquines.
          No sé cuántos años debe de tener usted ni me interesa, pero cuando mi abuelo Miquel Ramis Frau (mallorquín de pura zepa que no hablaba catalán) cruzaba cada día la plaza España a pie para ir a su negocio, nunca se le hubiera podido ocurrir que alguien, como setenta años después, cambiaría el nombre de su plaza por pura frivolidad. ¿Por qué dígame usted a qué viene cambiar el nombre de la plaza España habiendo tantos problemas por resolver en esta isla?
          Me encantaría tenerlo delante tomando un cubata, sin que nadie nos viera, para preguntarle por tamaña gilipollez. Porque a mí, que no he visto torear al Gallo, pero sí he corrido delante de los grises en Madrid y en 1981 me seleccionaron en el Festival de Cine de San Sebastián mi primero cortometraje La Rosario y El Pinzas, no me engaña.
Usted debe de ser como la mayoría de los políticos (actores frustrados) que lo buscan es notoriedad y enriquecerse a costa del pueblo. Pero sobretodo notoriedad, igual que el señor Matas, conocido fuera de la isla como un fantasma que construyó un metro para que los pijos fueran a la universidad.
Usted quiere conseguir la fama como él, ser recordado como un alcalde que cuando piso el ayuntamiento lo primero que dijo fue (en catalán): “Hay que cambiar el nombre de la plaza España por plaça Espardenya.
Usted, señor Noguera, quiere pasar a la historia como Matas, aunque sus políticas sean muy diferentes a simple vista, y no en profundidad. Con ustedes, los nacionalistas (el cáncer de la sociedad según la historia) vienen malos tiempos para los mallorquines. Porque para ustedes es más importante que los funcionarios hablen catalán que los jubilados tengan una paga justa y que los hospitales funcionen como deben de funcionar.
Posiblemente cambie usted el nombre de la mallorquina plaza España y haga muchas más gilipolleces amparado por sus cuatro compinches que solo les importa cobrar a final de mes, pero un día lo echarán de su sillón para que lo ocupe un político del PP, que usted, como mal perdedor, pondrá a parir, gritando cosas como: “Libertad, Dictadura, Opresión”.

Con todo mi cariño, señor Noguera, le deseo mucha suerte porque la va a necesitar... igual que los mallorquines con usted.    

(disculpas por no escribir esta carta en catalán, sr. noquera)

lunes, 17 de julio de 2017

PUTA PALMA

Dicen que la casa de uno es el reflejo de su personalidad. Pues si Palma es el reflejo del mallorquín, vamos arreglados. Hasta los alemanes dicen que Palma es una puta. Y ellos lo dicen con conocimiento de causa ya que media Mallorca es suya. Pues sí, visto lo visto, los mallorquines nos vendemos al mejor postor. Ya en los tiempos del foners nos vendíamos a los romanos por vino y mujeres. O sea, que nos viene de atrás eso de vendernos. Ahora le ha tocado el Bar Cristal donde mi abuelo iba a tomar café, mi padre martini, yo cuba-libres y mi hijo refrescos. Ahora en su lugar tendremos una franquicia, que si es de ropa, serán prendas hechas a miles de kilómetros de aquí por niños de diez añitos. ¿Y que no es bonito esto?, como decimos los mallorquines. ¡Claro que es bonito! Los mallorquines no tenemos personalidad, ¿para qué coño queremos el bar Cristal en la plaza España (pronto plaça Espardenya) si podemos tener a Zara o algo similar? El mallorquín no sale a tomar cafés ni copas ni hablar con los amigos en los bares como hacen los forasteros en la periferia de la ciudad. Palma es otra cosa, faltaría más. Lo que tendrían que hacer los lumbreras del ayuntamiento, que no son más tontos porque no se entrenan, es cerrar completamente el centro de la ciudad al tráfico y sacar todo pequeño comercio, pequeños bares, farmacias, panaderías, todo lo que oliera a barrio, a amistad, a acercamiento, etcétera. Todo lo que no fueran franquicias y convertirlo en un gran centro comercial de franquicias, valga la redundancia. Eso es lo que habría que hacer. Y dejarse de chorradas con el Bar Cristal, que les va a dar una pasta a sus propietarios, que antes de ganar un poco menos llegando a un acuerdo con los actuales inquilinos, han preferido pactar con una franquicia. Y es lo que toca: hay que tener mucho dinero para llegar a la cumbre de la miseria para que cuando caigan hagan mucho ruido.