Sr.
Noguera.
Con
todo mi cariño, señor alcalde. Por mucha bandera que esgrima y hable un catalán
perfecto, nadie lo ha elegido para ser el alcalde del ayuntamiento de Palma;
esta en el sillón por un Pacte. Así de triste es. O sea, que no se haga
ilusiones porque el puesto no es permanente. Muchos tontos lo ocuparán después
de usted.
Por mí parte, un liberal convencido tirando a la izquierda,
me da igual lo que usted haga o deje de hacer porque la verdad es que no le tengo
confianza, no creo que haga muchas cosas buenas por la ciudad (ciutat, para que
lo entienda mejor). Porque un tipo que no se ha sentado en el sillón de alcalde
y dice que va a cambiar el nombre de la plaza España por la plaça Espardenya,
algún problema tiene. Al menos da un poco de desconfianza.
Si
estuviéramos en otra ciudad de provincias como esta, quizá lo hubieran
desterrado, no lo sé, pero aquí, la isla de las maravillas, podrá vestir a los
municipales de rosa con lacitos en la cabeza y no pasará nada.
Así somos los mallorquines.
No sé cuántos años debe de tener usted ni me interesa, pero
cuando mi abuelo Miquel Ramis Frau (mallorquín de pura zepa que no hablaba
catalán) cruzaba cada día la plaza España a pie para ir a su negocio, nunca se
le hubiera podido ocurrir que alguien, como setenta años después, cambiaría el
nombre de su plaza por pura frivolidad. ¿Por qué dígame usted a qué viene
cambiar el nombre de la plaza España habiendo tantos problemas por resolver en
esta isla?
Me encantaría tenerlo delante tomando un cubata, sin que
nadie nos viera, para preguntarle por tamaña gilipollez. Porque a mí, que no he
visto torear al Gallo, pero sí he corrido delante de los grises en Madrid y en
1981 me seleccionaron en el Festival de Cine de San Sebastián mi primero
cortometraje La Rosario y El Pinzas,
no me engaña.
Usted
debe de ser como la mayoría de los políticos (actores frustrados) que lo buscan
es notoriedad y enriquecerse a costa del pueblo. Pero sobretodo notoriedad,
igual que el señor Matas, conocido fuera de la isla como un fantasma que
construyó un metro para que los pijos fueran a la universidad.
Usted
quiere conseguir la fama como él, ser recordado como un alcalde que cuando piso
el ayuntamiento lo primero que dijo fue (en catalán): “Hay que cambiar el
nombre de la plaza España por plaça Espardenya.
Usted,
señor Noguera, quiere pasar a la historia como Matas, aunque sus políticas sean
muy diferentes a simple vista, y no en profundidad. Con ustedes, los
nacionalistas (el cáncer de la sociedad según la historia) vienen malos tiempos
para los mallorquines. Porque para ustedes es más importante que los
funcionarios hablen catalán que los jubilados tengan una paga justa y que los
hospitales funcionen como deben de funcionar.
Posiblemente
cambie usted el nombre de la mallorquina plaza España y haga muchas más
gilipolleces amparado por sus cuatro compinches que solo les importa cobrar a
final de mes, pero un día lo echarán de su sillón para que lo ocupe un político
del PP, que usted, como mal perdedor, pondrá a parir, gritando cosas como:
“Libertad, Dictadura, Opresión”.
Con
todo mi cariño, señor Noguera, le deseo mucha suerte porque la va a
necesitar... igual que los mallorquines con usted.
(disculpas por no escribir esta carta en catalán, sr. noquera)