El patriarca de los
Franceschi tenía un puesto de tiro al blanco pegado a la parte derecha de Arte
y Oficios, cuando la Feria de Ramos se instalaba entre los dos institutos. Lo
tenía lleno de cuadros al óleo pintados por él mismo. Yo, en aquel tiempo, iba
a Artes y Oficios a pintar y dibujar. Y cada vez que terminaba un cuadro me paraba
en el puesto de Franceschi para enseñárselo. El hombre delgado, de pelo y
bigote blanco, lo miraba durante un minuto o dos en silencio para luego decirme
los fallos que veía. Siempre constructivos e insignificantes. Él llevaba toda
la vida pintando y sabía mucho de colores y pinceles. Vas a ser un gran pintor,
siempre me decía. A mi me gustaba pararme allí, porque aparte de él, estaba su
hija Ana María, una chica mona, bajita, que a mí me hacía mucha gracia por la
forma de tratarme. Me sentía importante con ella, que no me llevaba más de dos
o tres años. Aquella menudita chica llevaba la vida dentro, era como una
maquina de hablar. Pero no incoherencia dignas de su edad, no, todo lo
contrario, era muy coherente con sus ideas. Para mí era la chica diferente de
las muchas que conocía, por eso esperaba con impaciencia terminar un cuadro
para enseñárselo a su padre y que estuviera ella. Esa situación duró tres años.
Dejamos de vernos cuando la feria se fue de los institutos, y nos reencontramos
cuando empezaron a ponerla en la Plaza España en Navidad. Allí retomamos la
amistad de juventud hasta hoy, que me he enterado que ha cambiado de dirección.
Siempre he pensado que Ana María tendría que haber sido política o haber
dirigido alguna de esas asociaciones en pro de la libertad y los derechos
humanos, antes que ferianta. He conocido pocas personas tan involucradas con lo
que les rodea como Ana María. Siempre tenía un argumento, una propuesta, una
solución para el momento. Nunca olvidaré las largas conversaciones sobre
política y cine que teníamos en la Plaza España junto a su puesto de castañas.
Ni tampoco a su padre y a lle mirando circunspectos mis obras. Ana María se ha llevado un trocito de mi
juventud que siempre recordaré.
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