No sé si prefiero la NIT DE
L’ART a ART VISIÓN. Ninguna de las dos me gusta, pero tengo que elegir una
porque de lo contrario no escribiría este artículo. Creo, aunque no estoy muy
seguro, que si tengo que elegir me quedaría con la primera, con la NIT DE
L’ART. Me parece un evento que se ha convertido en un negocio muy beneficioso
para restaurantes y bares, pero eso es otra historia. La NIT DE L’ART es el más
puro ejemplo de que se ha perdido el concepto del Arte. Lo que se expone, en su
mayoría, es eso que se llama arte conceptual, que ha dado pie a que hayan
surgido artistas hasta de debajo de los coches. Actualmente un artista coloca
en la galería o en donde sea, una vieja silla rota y es arte. Una muñeca antigua
sin un ojo, unos cables por el suelo, bolsas de basura colgadas en el techo, un
puñado de arena, unos tablones sucios, unas cuerdas, telas blancas como la
nieve y otras manchadas sin ton ni son, es arte. Y ya no hablemos cuando se atreve a pintar. Yo siempre digo que si no
hubiera existido Tapies no existirían ni la mitad de los pintores que existen.
Es fácil copiar al artista catalán. Uno de esos jóvenes, que no tiene muy claro
su futuro, ve su pintura y dice: “Esto lo sé hacer yo.” Si ese mismo joven
hubiera visto sólo a Velázquez, a Munch, a Dalí, a Picasso, a Goya, a Antonio
López, no hubiera dicho lo mismo. Se lo habría pensado dos veces antes de
adjudicarse la profesión de pintor de cuadros. Pero existe Tapies (que hay que
reconocer que fue el primero en inventar a Tapies) y el daño está hecho. Tampoco queda atrás la escultura. Cualquiera es escultor, basta clavar cuatro maderas o soldar unos hierros y ya está. A lo
que iba. Elijo la NIT DE L’ART porque al menos hay todo tipo de artistas que
exponen su obra sea cual sea con todas sus consecuencias. Son atrevidos o
desequilibrados, pero en eso radica lo nuevo. Y entre toda esa amalgama de
colores y cosas horrorosas surgen algunas creaciones interesantes. Pocas, pero
las hay. En cambio en ART VISION la cosa cambia, porque allí si hay artistas
que pintan, incluso alguno hasta bien. De estos últimos se pueden contar con
los dedos de una mano y sobran dedos. Pero al menos esos artistas lo intentan
en plan clásico: tela, espátula, pinceles, pintura y agua ras. No lo consiguen,
vale, pero ahí están intentándolo como lo hizo antes que ellos Sorolla. Su obra
es la de siempre, nada nuevo, nada que te inspire y te diga nada, por eso me
quedo con la NIT DE L’ART, que al menos hay la posibilidad de descubrir, entre
toda la amalgama de barbaridades, algo bueno.
Obra del pintor Martín Garrido.