Yo sé que el verano es
necesario para el buen funcionamiento de la isla aunque los turistas no hablen
ni entiendan catalán. El verano es lo que da vida a las islas. Es el que
proporciona los ingresos más fuertes para que podamos seguir viviendo. Unos
mejor que otros, pero viviendo. Pero cuando llega el verano yo no puedo con mi
alma, se me hunde el mundo. Incluso cuando tenía las vacaciones del colegio, no
me gustaba. Y ya no hablemos de la playa con el calor, con la arena y el agua
salada que se te pega en el cuerpo. ¡Qué asco! Qué mal lo pasaba cuando íba con
mi padre y mi madre a la playa de la Ciudad Jardín los subidos en la Vespa. Bueno, al ir me divertía, pero al
volver con la ropa pegada al cuerpo lleno de sal… De hecho, nunca más me he
bañado en la playa y me he puesto una prenda encima antes de quitarme la sal.
Aquello de la sal para mí fue un trauma. Yo creo que el verano es para los
ricos, no lo digo por la piscina, que tampoco me gusta, lo digo porque para
ellos el verano es otra cosa. Por ejemplo, para una familia de clase obrera, de
esas que le gustaban tanto a Franco, piensa en el verano durante todo el año.
Luego se va quince días a Benidorm o a Torremolinos, y vuelta al trabajo. Es
como un trámite, una obligación después del duro trabajo durante el año. En
cambio el verano de un rico es como más sofisticado, es más como una obligación
placentera. Aunque muchas veces se complica con la inoportuna avería del yate,
o la pierna rota de Perico que no podrá ir a esquiar al Himalaya (¿se esquía en
el Himalaya?), o las asignaturas suspendidas de Chuchi, que son un engorro
porque pensaba irse todo el mes de agosto a Ibiza con su nuevo novio francés,
de Paris, y ahora sólo podrá ir dos semanas. Incluso el sudor del rico es diferente
al sudor del obrero. No me dirán que el sudor de un repartidor de refrescos en
agosto es el mismo que el de un rico tomando el sol en la piscina de un hotel
de Dubai. Yo no me lo creo. El sudor del rico es como más de anuncio de
televisión, no sé, luce mejor con la ropa de marca. En fin, el verano es
terrible para mí. En cambio en invierno, como no se suda, parecemos todos
iguales. Donde haya un día frío con lluvia que se quiten todos los veranos.
Acrílico sobre madera del pintor Martín Garrido.
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