Al principio me hizo gracia
el independentismo, incluso no me importaba que se hicieran elecciones en
Catalunya. Soy liberal con tendencia a la izquierda. Estaba de acuerdo en que
los catalanes pudieran decidir su futuro, pero no en que forma lo hicieron. Y
sí en la forma que lo hicieron el pasado 21 de diciembre, que por cierto,
perdieron incluso con los votos dobles y triples de los pueblos que ganaron.
Pero actualmente, visto lo visto, siento vergüenza ajena por todos los
independentistas, aquellos que se empeñan en decir que han ganado, cuando no es
cierto. Es más, toda España se ríe de ellos. Porque la verdad es que el
independentismo sigue siendo una cosa seria para que los políticos se sienten y
hablen para llegar a acuerdos. Pero se ha demostrado que los políticos independentistas
dan risa, no se aclaran. Y para colmo, Artur Mas ha dimitido. El colmo de la
desfachatez. El recuperador del independentismo, Mas, un político mediocre que
ha llevado casi a la ruina a Catalunya y que para distraer su ineptitud se agarró
al independentismo, ha dimitido tranquilamente. ¡Fantástico! Un independentista
en la cárcel, otro en Bélgica que quiere dirigir Catalunya por sky, y el último
ha dimitido. Y luego están los okupas de la CUP, que son la guinda del pastel y
vale más tenerlos lejos. Un desastre. Pero la verdad es que con este circo de
independentismo que se montó hace meses los españoles hemos estado entretenidos,
excepto cuando el inteligente Rajoy mandó a la policía a pegar. Un presidente
tonto del culo y los independentistas nos han hecho las navidades más
entretenidas y han dado mucho trabajo a la prensa y a los cómicos, que son los
mejores políticos de este país políticamente corrupto. Y, sobretodo, este
circo, ha servido para darnos cuenta que, lamentablemente, para muchos
españoles Franco no ha muerto. ¡Arriba España y a tomar por culo los fachas y
los tontos!
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