domingo, 4 de febrero de 2018

EL NEGOCIO DE LOS FESTIVALES DE CINE

Si uno coge el DVD de “El hijo bastardo de Dios”, mi penúltima película, podrá ver en la portada un montón de festivales. No todos, teníamos más. Festivales de todo el mundo que seleccionaron la película. Hace diez años esto era impensable porque no hubiéramos sabido como ponernos en contacto con ellos. Porque hay que saber que en el mundo hay miles y miles de festivales de cine que no pintan nada, solo muy pocos valen la pena. ¿Y por qué pasa eso? Pues porque se han inventado unas webs que te buscan los festivales del mundo entero por un dinero al año. No sé si son 70 u 80 euros. Pagas y diariamente recibes notificación de todos los festivales que empiezan en el planeta. Pero aquí no acaba la cosa. Estas webs han llegado a un acuerdo con los festivales y solo a través de ellas se puede acceder al festival. No hay otra forma. Antes llamabas por teléfono al festival y solucionabas el asunto. Ahora no. Todos los festivales, que están subvencionados porque no solían ganar dinero, al menos directamente, ahora sí ganan, y bastante. ¿Cómo? Muy sencillo. Las webs te envían los festivales que empiezan, y tú eliges el que más te guste y te descargas la ficha y, lo primero que ves, es el dinero que tienes que pagar solo por inscribir la película sea o no elegida. Por ejemplo, en el de Berlín son como 190 euros. Estamos hablando de muchísimo dinero. Hay que pensar que Berlín recibe en cada edición miles de películas. O sea que gana de entrada, antes de empezar. No me parece bien que un festival de cine cobre porque le mandes la película que te ha costado tanto hacer. Pero al menos estamos hablando de festival importante. Lo que no me parece tan bien es que el 80% del resto de los festivales de chicha y nabo cobren. Eso me parece un robo. Hay que pensar que ser seleccionado e incluso ganar un premio no significa nada, no sirve para nada, excepto llenar un poco más el agujero del ego del director. Porque incluso el festival de chicha y nabo de Mallorca cobra unos 60 euros por inscribirse. ¿Y para qué sirve ser seleccionado en ese festival? Sirve para que una serie de personas, que seguramente estaban sin trabajo, ahora puedan ganar algo con un festival que subvenciona el gobierno de turno. Porque si os fijáis en los carteles de las películas, comprenderéis lo que digo. Fijaros y comprobaréis que son casi siempre los mismos festivales los que salen en los carteles. Festivales importantes, por supuesto. Cannes, Málaga, San Sebastián, Vanecia, Sandance, etcétera. Siempre los mismos. Luego están los que nadie pone en el cartel porque da completamente igual. Y ahora alguien se preguntará el por qué en la carátula de mi película se pusieron esos festivales. Se pusieron porque el productor quiso. A mí me daba igual. Montar un festival actualmente se ha convertido en un negocio productivo, y no hablo de los importantes, que son el 20%, hablo del 80% restante que cobra a los pobres productores o directores por inscribir la película. Porque a esos festivales no van películas importantes, van producciones de querer y no poder que conforman el 80%. Me jode siempre ejercer de abogado del diablo, pero es indignante que ganen siempre los de arriba y que los de abajo aún les hagamos el juego. O sea, que ya sabéis, cuando veáis a alguien que en Facebook o en Twiter escribe que su película ha sido seleccionada en un festival de cine de Tokio o en Huelva, ponerle al individuo “me gusta” y lo ayudaréis a seguir con su mentira.   

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