Ahora resulta que Plácido
Domingo también es un acosador sexual, y lo dicen nueve mujeres al cabo de más
de 30 años. A mí, de entrada, estoy en contra de cualquier tipo de acoso.
Pero me parece absurdo denunciar los hechos después de 30 años. Y yo me
pregunto: ¿si Plácido Domingo fuera el camarero del bar del barrio, esas nueve
mujeres lo habrían denunciado? Apostaría a que no. No defiendo al señor Domingo,
ni mucho menos, pero me suena raro que lo denuncien más de 30 años después que
ocurrieran los supuestos hechos. ¿Qué pasa? ¿Qué ahora de repente esas mujeres
se acuerdan de que fueron acosadas? Me cuesta creerlo. En mis principios en
Madrid, un director de teatro, un ventrílocuo y un cantante, los tres muy
famosos en ese momento, nos llevaron a cuatro chicos al estudio de grabación
que tenía el cantante en su casa. Allí, el director de teatro me acosó y yo no
cedí. Por esta razón perdí uno de los protagonistas en una obra que fue el
éxito de la temporada en el Teatro Muñóz Seca. En otra ocasión, uno de los
productores más importantes del momento, me ofreció uno de los protagonistas de
una obra que estaba en cartel en ese momento, llenando cada día. Iba a
sustituir a un actor canario que se iba. Me llevó a su apartamento con una piel
de tigre en el salón y me intentó seducir. Mientras, Beatriz, mi mujer, me esperaba en el bar
de enfrente del edificio. Huelga decir que no sustituí al actor. Los chicos
guapos como yo en el mundo del espectáculo son muy solicitados. Por cierto,
también tuve un acosador mallorquín, afincado en Madrid, de prestigio y muy
conocido en el mundo del espectáculo. Empezó invitándome a estrenos y a fiestas
hasta que consiguió que me hicieran una prueba para un protagonista junto a
Fernando Guillén. La obra se representaba en el Teatro Reina Victoria. Tenía
que sustituir a Juan Ribó y superé la prueba. Esa misma noche, el artista
mallorquín me dijo que teníamos que celebrar mi entrada por la puerta grande en
el teatro de Madrid. Dije que no, y me fui con Beatriz, que me esperaba en una
pensión de la Gran Vía, donde vivíamos. ¡Hasta mujeres importantes me acosaron! ¿Lo veríais bien que
yo ahora, después de más de treinta años, denunciara a esa gente? Podría
hacerlo. Excepto uno, los demás viven. Pues no. De hacerlo lotendría que
haber hecho en aquel entonces. Ahora, lamentablemente, se ha puesto de moda el
denunciar por acoso, que me parece bien. Con lo que no estoy de acuerdo es
esperar 30 años a denunciar.
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