El gran problema de los niños son los padres, lo he sabido siempre y no soy psicólogo ni soy muy inteligente. En eso sí que le doy la razón a Pablo Casado de que los niños son de los padres. Desgraciadamente, claro. Porque no hay mayor desgracia que tener unos cretinos como padres. ¡Cuántos padres conozco que son unos taraos y tienen hijos! Esto viene a cuento por lo del Juego del calamar, la serie de moda entre los adolescentes. Es la historia más vista en Netflix con 111 millones de espectadores. Y está clasificada para mayores de 16 años. O sea, que a partir de 16 años se pueden ver violaciones, vejaciones, lenguaje soez, sexo, sangre, suicidio y asesinatos. ¿Quién de esos jóvenes están preparados y tienen el grado de madurez para procesar su contenido? El cerebro de los niños no está lo suficiente maduro para diferenciar la ficción de la realidad y poder asimilar con juicio el contenido de la serie. Los niños no perciben las ironías subyacentes, la parodia, las críticas mordaces, la distopía, etc. No nos tiene que extrañar que un día de estos veamos a niños o jóvenes jugando y agrediendo al que pierda. Me gustaría saber, aunque me lo imagino, cuántos padres prohibirán a sus hijos ver la serie. Sí, desgraciadamente, como dice Casado, los niños son nuestro, y cuando salgan taraos como nosotros, tenemos que decir que dar la culpa a la vida que es muy cabrona. Me moriré y aún no dejaré de sorprenderme que los de arriba, el capitalismo, les importe una teta y la violencia les traiga sin cuidado.
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