Miguel Reche es un hombre tranquilo
que tiene todo el tiempo del mundo, cordial y educado, que piensa que estamos
destinados a reflejar lo que somos y lo que sentimos, sin sumarse a las
distintas modas. Desde que a los 13 años hizo su primera exposición sigue su
senda de la que no pierde de vista. Pero muchas veces ha salido de esa senda
para conocer a muchos artistas plásticos importantes para enriquecerse
espiritual y técnicamente porque a él siempre le ha interesado aprender de los
buenos. Tampoco no ha dejado escapar ninguna oportunidad, como por ejemplo
asistir a cursos en Luxemburgo para perfeccionar la técnica del grabado. Eso
ocurría en 1976 a
punto de empezar a recorrer países, incluso vivir en ellos largas temporadas,
como Francia, Alemania, Italia, Holanda, Canada, EEUU, principalmente en Nueva
York donde pasó un tiempo empapándose del arte de la ciudad más importante del
mundo en cuanto a arte. O al menos la más novedosa. Su debilidad es el
impresionismo, por eso Holanda es su debilidad ya que es la tierra de su
admirado Van Gohg, que se puede ver en todo su esplendor en el museo Kröller-Mller
cerca de Arnhem. Por eso Holanda es el país donde el pintor ha residido más
después de España. “Me fascina Holanda con sus colores verdes, canales,
molinos, pueblecitos, tulipanes, su gente siempre amable…” dice con ojos nostálgicos.
Reche ha hecho más de cien exposiciones a lo largo de su trayectoria, pero hay
dos a las que les tiene un cariño especial: Museo Diocesano de Barcelona en
2006, y el edificio Miramar de Sitges en 2011, donde compartió paredes con
Tapies, Chillida, Antonio López, Barcelò, Canogar y otros. Reche vive y pinta en
el pueblo de Inca, en el centro de Mallorca después de hacer un largo camino con
muchas curvas, que empezó en Fuente Grande, un pueblecito de Almería. “No me
arrepiento de nada de lo andado y conocido, ha sido el principal motor de mi
vida. Conocer gentes y mundo creo que es uno de los mayores placeres que puede
tener el ser humano, y yo lo he tenido.” Podría decirse que la pintura de
Reche es clásica e impresionista a la vez. El pintor juega con maestría con el
paisaje, las personas, los mares, y los mezcla convirtiéndolos en obras de arte
que se cuelgan en galerías lejos de la isla obteniendo críticas inmejorables. Si
hay que catalogar al Miguel Reche se podría decir que es un pintor de la vieja
escuela. Del artista sabio que se toma su profesión tan en serio como su vida.
Así es Reche.
Reche en su estudio con la actriz Beatriz Barón.
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